Cristina Fernández de Kirchner es la Presidenta electa de la República Argentina desde hace pocos días. Ganó la elección en primera vuelta con el 45 % de los votos, duplicando a su más cercana perseguidora Elisa Carrió. El resultado es el esperado por la sociedad argentina, no entraña sorpresas y está alineado con lo que hace tiempo anunciaban las principales empresas de opinión pública.
¿Cuáles son las razones del triunfo de Cristina?
1. “It’s the economy, stupid”. La frase se hizo celébre cuando el principal consultor político de Bill Clinton la martilló en la cabeza del candidato demócrata y de todo su equipo de campaña. La Argentina crece económicamente a un ritmo del 8 % anual, y eso favorece claramente cualquier candidatura oficialista. Antes fue Menem, quien fue reelegido en contexto de crecimiento económico, y ahora es el matrimonio Kirchner. Simple.
2. Néstor y Cristina Kirchner acompañaron el viento a favor de la economía con un proyecto político-ideológico sencillo: para crecer el gobierno tiene que tener mucha fuerza y voluntad para enfrentarse a los poderosos enemigos que son los culpables de todos los males. Esos enemigos pueden ser gobiernos extranjeros, empresas multinacionales, organismos financieros internacionales, grandes empresas, ex dictadores, políticos neoliberales y otras entidades que van siendo satanizadas desde un discurso confrontativo. Se trata de construir un enemigo y de luchar duramente contra él. Vale recordar que también Menem había construido un relato igual de sencillo pero con contenidos diferentes.
3. Néstor y Cristina se rodearon durante cuatro años de una constelación de signos de identidad cargados de múltiples sentidos, que provocan la atención pública y el deseo de decodificarlos: el contraste entre un Néstor despreocupado de su apariencia y modales y una Cristina que sobreactúa desde los gestos faciales hasta el maquillaje o la vestimenta, la referencia a sí mismos como pinguinos venidos del frío, la oferta dos por uno que incluye la unión de lo masculino y lo femenino (que tan buenos resultados le diera también al electo Jefe de Gobierno de Buenos Aires Mauricio Macri), el apasionamiento extremadamente personalizado de los discursos, la distancia crítica respecto a los medios de comunicación, el gesto mesiánico de estar por encima o más allá de los partidos políticos…
4. La oposición no logró construir una alternativa sólida que fuera realmente una opción real de gobierno. No logró colocar misiles en la línea de flotación de la imagen del gobierno, no proyectó adecuadamente a sus candidatos, no marcó claramente un rumbo alternativo, no tuvo una adecuada política de alianzas y para colmo cometió errores graves en la misma campaña electoral.
5. El electorado argentino presenta algunas regularidades que se reiteran desde hace por lo menos 20 años. Una de ellas es que los sectores populares siempre tienden a votar al candidato más fuerte del peronismo. Esta tendencia está por encima de las posiciones ideológicas que se mueven en el eje izquierda-derecha. También va más allá de la personalidad del candidato. Como resultado, casi los mismos que votaron a Menem ahora votan a los Kirchner. Tal vez los únicos moduladores de este perfil sean la situación económica del país y la existencia o no de proyectos políticos simples y creíbles. La otra regularidad es que los sectores medios, que se concentran en los principales centros urbanos, tienden a votar en contra del gobierno del momento.
6. La Provincia de Buenos Aires, con el 40 % de los votantes, es la clave electoral argentina. Y allí los Kirchner tuvieron el enorme aparato peronista más un muy buen candidato como fue Daniel Scioli, quien de algún modo simboliza a esos peronistas que antes estaban con Menem y ahora con Kirchner. Siempre con la misma convicción de que ahora sí es el camino correcto. Y siempre peronistas.
7. En el fondo de todo, como vemos, sigue presente la larga sombra integradora y protectora de la pareja fundacional: el General Juan Domingo Perón y la mítica Eva Perón.
La década del 80 de la Argentina estuvo marcada primero por los militares (que tuvieron que entregar el poder luego de su fracasado intento de recuperar las Islas Malvinas) y luego por la Unión Cívica Radical liderada por Raúl Alfonsín (que tuvo que adelantar la entrega del mando a su sucesor electo, jaqueado por la hiperinflación y graves problemas políticos).
La década del 90 fue la era de Carlos Saúl Menem. Luego vino el fallido intervalo de la Alianza encabezada por De la Rúa, gobierno que fracasó estrepitosamente y acabó con el Presidente huyendo en helicóptero desde el techo de la Casa de Gobierno mientras las calles se llenaban de muertos, heridos, destrozos y desórdenes de todo tipo.
La década del 00 será recordada, sin duda alguna, como la era K.