¿Existe el candidato a Vice-Presidente?
Bueno, obviamente que sí. Por lo menos en el plano físico y también político.
Y por supuesto que no. Por lo menos en el plano de su incidencia directa en la decisión de voto.
Comencemos por su existencia.
Integrar una fórmula presidencial suele ser, para el candidato a vice, una importante culminación de su carrera política.
Le da visibilidad, notoriedad e importancia.
Eleva su papel político en relación al conjunto de sus pares.
Y en algunos casos hasta puede proyectarlo hacia una futura candidatura presidencial. En algunos casos, reitero. Algunos.
Veamos ahora su inexistencia.
¿Alguien decide su voto presidencial al influjo de quién es el candidato a vice?
No.
Rotundamente no.
Nadie decide su voto por esa variable.
Por eso lo de la inexistencia.
¿Esto quiere decir que ningún candidato a Presidente debería preocuparse acerca de quién es su vice?
No. Tampoco. Ni una cosa ni la otra.
Como dicen en mi pueblo: ni tan calvo ni con 2 pelucas.
En realidad el candidato a vice tiene una importancia estratégica desde un único punto de vista: que completa la imagen del candidato presidencial.
No se trata de que sea una imagen autónoma ante los ojos del elector, sino que su sola presencia y caracteristicas le da determinadas cualidades al candidato principal. Se convierte en un atributo del otro.
¿Cómo pensar entonces la nominación del candidato a vice?
Simplemente pensando en lo que se necesita para fortalecer la imagen del candidato presidencial. Para reforzar las potencialidades que ya tiene. O para diluir alguna de sus debilidades.
Simplemente eso.
Lo cual puede llegar a ser intrascendente en algunos casos.
Pero decisivo en otros.