Una multitud entusiasmada recibió en España a los campeones del mundo. La Roja. Otra multitud igualmente entusiasmada recibió en Uruguay a su selección. La Celeste.
¿Qué hay detrás de ese entusiasmo? ¿Cómo se despierta? ¿Cuales son los resortes psicológicos que desatan estas explosiones de júbilo y afecto?
La pregunta importa, y mucho, a los partidos políticos. Por razones obvias: ¿qué político no sueña con un momento de gloria similar?
Lo que hay detrás de ese entusiasmo multitudinario es la conjunción de 2 factores. Solo dos:
- Una historia, un relato. Que sea verosímil, pero que tenga un cierto aliento épico. Que sea protagonizado por casi-héroes, pero que los mismos conserven cualidades humanas con las cuales se identifique la multitud. Y que sea simple.
- Una emoción intensa. Una emoción que contagie, que sea como un virus imparable.
Si observas el festejo español y el festejo uruguayo verás las 2 cosas: el relato y la emoción.
Y si observas las grandes manifestaciones de entusiasmo político verás los mismos 2 factores: relato y emoción.
Porque en esas situaciones la multitud siente que ha sido ella misma la protagonista de hechos que bordean la leyenda.
Subrayo la palabra siente. La multitud lo siente. No es que lo piense, sino que lo siente. Y subrayo también la palabra leyenda. No historia pura y dura: leyenda.
Soy leyenda. Soy parte de una leyenda. Soy parte de una gesta colectiva. Así lo siente cada integrante de esa multitud. Así se disuelve el Yo en una entidad transpersonal. La Roja. La Celeste.