Antonio Alcántara es un personaje de ficción, uno de los principales protagonistas de la multipremiada serie española ‘Cuéntame cómo pasó’. El actor que lo representa es el gran Imanol Arias.
El ficticio Alcántara vive en el también ficticio barrio de San Genaro, que en realidad son estudios de Televisión Española que simulan uno de los barrios populares de Madrid.
Personaje de ficción. Barrio de ficción.
Sin embargo…
En una página de Facebook del actor Imanol Arias alguien cuenta la siguiente anécdota:
“Imanol: te voy a contar una anécdota REAL que ocurrió la semana pasada. En una asamblea local del PSOE de un pueblo de Córdoba se estaban votando los candidatos a la lista por Córdoba del PSOE para las elecciones andaluzas. Un compañero con gran sentido del humor propuso al compañero Antonio Alcántara del barrio de San Genaro y el resto de compañeras/os sin percatarse de la broma aceptaron sin rechistar la propuesta. Cuando el compañero que había hecho la propuesta vió que había colado su bromita lo comunicó a la asamblea diciendo que era una muestra de que nadie en la asamblea conocía a los candidatos propuestos lo cual provocó la risa general de toda la asamblea. Esta anécdota es real, amigo Imanol. Un abrazo. A propósito: A ver si nos echas una manita a los socialistas andaluces y haces campaña para que el PP no gane en Andalucía.”
No sé si la anécdota es real o no, pero podría haber ocurrido en cualquier partido político de cualquiera de nuestros países. ¿Verdad que sí?
Lo interesante, además, es que nos ayuda a pensar en los votantes y en su escaso conocimiento de muchos de los políticos.
Eso: muchos votantes ni siquiera conocen el nombre de la mayoría de los políticos. Mientras tanto estos mismos políticos suelen actuar como si todos estuvieran pendientes de ellos.
¿Eso significa que los votantes son tontos?
No. Nones. De ninguna manera.
Simplemente significa que los votantes tienen su cerebro pendiente de otros muchos asuntos que consideran más relevantes para su vida.
Los votantes tienen su vida, sus preocupaciones, sus problemas, sus pasiones.
Y para la mayoría de ellos la política es percibida como un fenómeno lateral, casi como parte del paisaje.
Es más: hay políticos que aparecen con cierta frecuencia en los medios de comunicación y sin embargo buena parte de la ciudadanía sigue sin identificarlos, sin reconocer su cara o su nombre y tal vez menos aún el contenido político de lo que dijo.
Acá estamos ante un nudo decisivo en la comunicación política. Porque es imposible convencer si ni siquiera nos conocen…
Y cada político debería pensar muy bien cómo desatar ese nudo y hacerse conocer.