Vivimos en tiempos ruidosos, muy ruidosos.
El zumbido incesante de la información es omnipresente. Miles, millones de mensajes, todo el tiempo, en todas partes.
Mensajes políticos, comerciales, sociales, culturales, personales…En móviles, tablets, notebooks, carteles, televisores, objetos, radios, computadoras…
Miles de millones saturando el planeta de una verdadera orgía informativa.
¿Estamos más informados?
No.
¿Nos comunicamos mejor?
Tampoco.
¿Entonces?
Agobio, desinformación, stress, desinterés.
Ruido, demasiado ruido.
Frente a tanto exceso inconducente, tal vez la buena comunicación necesita de una dosis justa de minimalismo.
Menos es más
-¿Es verdad que llevas en una mochila todo tu equipaje para viajes largos?
La pregunta me la formula al final de la clase un alumno de la Universidad Camilo José Cela. Puertas afuera, la calurosa tarde de Madrid. Puertas adentro, una nueva generación de especialistas en comunicación política, los estudiantes del Máster en Consultoría Política.
Minutos antes les había mostrado una imagen casi extrema: mi mochila, único equipaje para un viaje de un mes.
-Minimalismo -dije con una sonrisa-. Minimalismo.
¿Para qué viajar cargado de cosas que nunca vamos a necesitar y que solo llevamos por las dudas, por si llueve, por si hace calor, por si hace frío o por si ocurre tal o cual improbable evento?
¿Por qué cargar con más de lo necesario?
-Menos es más -insistí.
Menos equipaje es más libertad de movimientos. Más tranquilidad a la hora de empacar. Más velocidad a la hora de los traslados. Más comodidad en escaleras y autobuses. Más fluidez en aeropuertos y hoteles. Más disfrute del viaje.
Minimalismo en la comunicación política
La comunicación política vive una era de excesos, desbordes y obesidad.
¿Qué digo?
Que estamos inundados de comunicación chatarra.
Y eso abre una honda grieta entre políticos y ciudadanos.
Una buena dosis de minimalismo puede ayudar a aliviar este problema.
¿Minimalismo en comunicación política? Sí, también.
Menos temas de campaña.
Menos duración de los discursos.
Menos palabras en las frases.
Menos respuestas largas.
Menos y mejor publicidad.
Menos texto en gráfica y vía pública.
Menos acusaciones desaforadas.
Menos frases huecas.
Menos temor a los silencios.
Menos gestualidad dramática.
Menos hablar de lo que no se sabe.
Menos hablar por hablar.
Menos blablabla.
Menos querer decirlo todo.
Menos diseños abigarrados.
Menos confusión.
Menos palabras altisonantes.
Menos complejidad.
Menos y más poderosos argumentos.
Ya sabes: menos es más.
Si te restringes, si te limitas, podrás pulir tu capacidad de síntesis hasta hacerla brillar.
Y la comunicación política, alivianada con minimalismo, podrá ser más precisa, más significativa, más contundente y más efectiva.
En el largo viaje de la política deberías dejar de cargar todo el peso de enormes maletas comunicacionales.
Lo importante, lo mínimo necesario para conectarte con el ciudadano, tal vez cabe en una mochila.