La comunicación no tiene pausa.
Nunca. Never. Jamás.
¿Te imaginas que tu periódico favorito dejara de publicarse durante varias semanas? ¿O que el Twitter o el Facebook te impidieran publicar durante 1 hora, 1 día, tal vez 1 semana?
No. No te lo imaginas. Porque ya vives en un mundo de comunicación permanente. Un mundo donde el flujo comunicacional no se detiene nunca y gira y gira sin parar. Ya no se trata de abrir el mail de vez en cuando. Tampoco de tener un día para entrar a Internet. De lo que se trata es de vivir y comunicar dentro mismo de ese río incesante de mensajes, noticias, diálogos, sms, mails, tweets, actualizaciones, carteles, periódicos, revistas, sitios web…
Vivir y comunicar.
También en la política.
Especialmente en la política. Muy especialmente.
El político no puede cerrar su tienda. No puede salirse de la comunicación incesante. No puede esperar a que se acerquen las próximas elecciones. No puede comunicarse en horarios de oficina y solo los días hábiles.
El político debe comunicar siempre. Debe ser parte de ese río incesante de comunicación. En caso contrario se secará la fuente de sus votos. Porque la fuente de sus votos es la comunicación.
Cuando digo que en nuestro tiempo la campaña es permanente no quiero decir que cada día del año tienes que producir un nuevo spot publicitario para televisión.
Nones.
Quiero decir, simplemente, que tu comunicación política no puede tener pausas.
Simplemente eso.