Julio 107, 2012.
Así estaba fechado el Newsletter de Psicociudad de la semana pasada.
107 de julio del año 2012. ¡Cientosiete de julio!
Debió decir 17, claro. Pero el error es oportuno para clarificar cómo funciona el cerebro humano (y por lo tanto el cerebro del votante y también el del político…).
Mi cerebro sabe que julio es un mes de 31 días. Y sabe, of course, que nunca una fecha será un número menor a 28 ni mayor a 31.
Si lo sabe, entonces, ¿cómo no se encendió una luz roja de alarma que advirtiera el error? ¿Cómo no me di cuenta del disparate cuando lo escribí pero tampoco cuando lo reescribí ni cuando lo leí y releí antes de enviarlo?
¿Cómo es posible que mi cerebro sepa que no existe el 107 de julio pero al mismo tiempo no detecte el error y actúe como si existiera esa fecha?
Hace ya más de 100 años que Sigmund Freud escribió sobre este tipo de errores, olvidos, torpezas y otros fenómenos semejantes. El libro se llama ‘Psicopatología de la vida cotidiana’ y es uno de los más accesibles y por momentos divertido de los libros de Freud.
La explicación que daba Freud a muchos de estos fenómenos es simple y profunda al mismo tiempo.
Nuestra vida mental conciente, aún con toda su riqueza y complejidad, es apenas la punta del iceberg de toda la maquinaria que se mueve dentro de nuestro cerebro. De eso conciente nos damos cuenta, lo vemos, pensamos, sentimos, percibimos…Pero hay un enorme mundo de vida mental inconsciente en nuestro interior.
Y cuando cometemos este tipo de errores es porque hay algo que escapa al conocimiento de la conciencia pero que se cuela, interfiere con lo conciente. Y provoca el error.
Veamos mi caso.
Toda mi conciencia está focalizada en escribir el artículo, fecharlo y enviarlo. Si no hubiera habido interferencia alguna, pues la fecha sería 17 de julio.
Pero hubo interferencia.
Si lo pienso bien puedo llegar a darme cuenta, por lo menos en un caso simple como éste. Estuve 15 días viajando y al volver a mi país me encontré con una enorme cantidad de tareas para hacer: artículos, respuestas a toneladas de mails, lanzamiento de nuevos proyectos…Y seguramente mi cerebro tenía la sensación, de la cual yo no era conciente, de que julio estaba siendo un mes largo, larguísimo, muuuuy laaaaargo, demasiado largo, como si tuviera más de 100 días en lugar de los habituales 31.
Ahí se produce el ‘cruce’ y surge el error del 107.
Comprender esta clase de hechos ayuda a comprender uno de los errores más frecuentes de las campañas políticas: creer que el votante es un ser con una vida mental que es en toda su extensión una vida mental conciente.
Y no lo es.
Importa lo conciente, claro está.
Pero por debajo de la superficie mental del votante hay una red de palabras, deseos, afectos, impulsos, creencias y emociones inconscientes que hasta el propio votante desconoce en sí mismo.
Hablarle solo a la conciencia del votante es como creer que un iceberg es apenas el pequeño trozo que se ve sobre la superficie del mar.
También hay que hablarle al inconsciente.