9 de cada 10 campañas electorales fracasan en su objetivo. Otro será el Alcalde, el Diputado, el Senador, el Gobernador, el Presidente. Otros serán sus colaboradores más cercanos. Los votos no alcanzaron y ya no hay nada que hacer. Todo ha sido inútil: las virtudes del candidato, las buenas ideas del partido, el esfuerzo de los militantes, el dinero invertido, el tiempo de planificación, los nervios…
La noche de la derrota destruye planes, esperanzas, proyectos e ilusiones. Es el momento más duro y más amargo de la vida política.
Es cuando las preguntas duelen:
- ¿Por qué votaron al otro candidato y no al nuestro?
- ¿Cómo no supimos aprovechar las oportunidades que había?
- ¿Dónde estuvieron los errores?
- ¿Cómo es que nuestra comunicación política no logró convencer?
- ¿Por qué mucha gente no votó a nuestro candidato a pesar de simpatizar con él?
- ¿Cómo fue que no nos dimos cuenta que estábamos perdiendo votos?
Las estrategias, las tácticas, la publicidad electoral, el marketing político, la comunicación política y toda la campaña electoral serían diferentes si se supiera cómo es que cada persona decide a quién va a votar.
Las derrotas ocurren en el mismo lugar donde ocurren las victorias. Un lugar oscuro para quien lo desconoce. Un verdadero laberinto donde casi todos se pierden: el cerebro, la mente del elector.
Todo pasa por allí, por el cerebro del votante. Es el cerebro quien procesa los discursos, la publicidad, los actos callejeros, los ataques, las defensas, las propuestas, los proyectos, los jingles, los logos…Todo.
Por eso tu campaña electoral sería muy diferente si lograras aplicar en ella algunos de los conocimientos científicos acerca de la mente humana. Sería una campaña electoral más precisa y más efectiva. Una campaña electoral donde la estrategia de marketing políticoestaría en sintonía con la psicología del votante.
El cerebro del votante es como un laberinto oscuro. Si tu campaña electoral no lo ilumina y señaliza, entonces el votante se va a perder y no te votará. ¿Cómo iluminar y señalizar ese laberinto? Con una comunicación política persuasiva que dé justo en el blanco. En el diseño de esa comunicación política es que la psicología política puede aportar un plus, una diferencia, un valor agregado.
La Psicología tiene 2500 años de historia y un enorme caudal de conocimientos sobre la conducta humana. Ya son decenas de miles los trabajos de psicología política publicados. Son millones de páginas de psicología política que circulan por el mundo académico, las universidades, las bibliotecas y los especialistas. ¿Por qué no descubrir ese mundo y ponerlo a trabajar en el marketing político?