La multitarea simultánea es uno de los males de nuestro tiempo. Y un enorme porcentaje de políticos sufre de este mal.
Está claro que el pulpo puede llegar a ser un animalito simpático (por lo menos aquel pulpo Paul que pronósticaba los resultados del Campeonato Mundial de Fútbol de Sudáfrica 2010). También está claro que los pulpos jamás llegarán a ser políticos.
Pero no sé si está tan claro que tampoco los políticos pueden llegar a ser pulpos.
Sin embargo uno observa a algunos políticos y tiene la extraña sensación de que realmente creen que pueden ser pulpos.
Hacen mil tareas a la vez, se mueven, hablan con la secretaria, mandan mensajes de texto, miran la pantalla de la computadora, apilan carpetas con papeles…todo a la vez mientras piensan además en la réplica que darán a las más recientes declaraciones de su archienemigo.
Parecen pulpos, ciertamente.
No solo los políticos, claro. Pero entre ellos hay muchos que se destacan…
Una historia mínima
Era de noche y la moto venía en dirección a la costa. Todo parecía estar en regla. Velocidad normal. Luces. Casco.
Todo menos un detalle.
El conductor de la moto venía manejando con una sola mano. Una sola. Only one.
¿Y la otra mano?
¡Ah! La otra mano manejaba un teléfono celular. Por la posición de la mano y los movimientos del pulgar era evidente que estaba enviando un mensaje de texto. Y la cabeza del motonetista subía y bajaba, atendiendo unos segundos al tránsito y otros segundos a su celular, alternando rápidamente entre uno y otro.
La moto pasó al lado mío y se perdió en la oscuridad.
La falta de concentración mata.
Mata.
En todas las acepciones del verbo matar.
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Si no te concentras en lo que debes hacer en tu jornada laboral, seguramente vas a cometer errores que tarde o temprano te van a costar caro.
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Si no te concentras al estudiar, entonces los conceptos no van a quedar en tu mente y el estudio será una especie de tortura que puede durar 10 veces más de lo necesario.
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Si no te concentras jugando al fútbol, ya sabes que habrá un minuto irrevocable en el que te harán ese gol tonto o errarás ese gol imposible.
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Si no te concentras en tu relación con tu pareja o con tus hijos, esa relación se va a desgastar y va a llegar un día en el que todo parecerá derrumbarse.
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Si no te concentras en el aquí y ahora de tu vida, en lo que estás haciendo ahora mismo, en cada momento de tu existencia, pues jamás sentirás eso que llaman felicidad.
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Si no te concentras en manejar tu moto o tu auto, un día cualquiera vas a estar preso, paralítico o muerto.
¿Y el político disperso?
Ese que mencionaba antes. El que actúa como si fuera un pulpo pero no lo es.
No lo es porque no le dan los brazos, claro. Que solo tiene 2, hombre. Solo 2.
Y tampoco le dan los ojos, que curiosamente son también 2.
Y aunque muchos crean lo contrario, tampoco le da el cerebro.
Porque nuestro cerebro es inmensamente más eficaz cuando se concentra que cuando se dispersa. El cerebro concentrado es más rápido, más preciso, más inteligente y logra mejores resultados.
Entonces el político disperso, el frustrado aspirante a pulpo, termina perdiendo. Perdiendo sí. Porque, como decían en mi pueblo, “el que mucho abarca, poco aprieta”.
La concentración es una pieza vital en el engranaje mental
Concentrarse. Focalizar lo que estamos haciendo y viviendo. Poner los 5 sentidos. Poner toda la energía. Resistir las distracciones. Dejar de lado la dispersión. Postergar otras cosas. Y hacer eso que estamos haciendo. Eso y solo eso. Pero hacerlo con el 100 % de la atención.
Te van a decir que no.
Que aprovechas mejor el tiempo haciendo 2 cosas a la vez.
Que se puede manejar y hablar por teléfono al mismo tiempo. Hablar con tus hijos mientras mentalmente planificas tu presupuesto de gastos. Estudiar mientras miras televisión y revisas el mail.
Que bla bla bla.
No les hagas caso.
Concéntrate.
Una cosa bien hecha por vez.
Atiende. Es tu vida (y la de los demás).