Imagina que hay solo 2 candidatos y que ambos son extremadamente diferentes en su ecuación riesgo-beneficio.
Uno de ellos ofrece grandes beneficios al elector, pero al mismo tiempo grandes riesgos.
El otro ofrece pequeños beneficios, pero simultáneamente pequeños riesgos.
¿Qué hace el cerebro del votante en situaciones así?
Elige los pequeños riesgos.
¿Por qué?
Porque el cerebro trabaja a tiempo completo para minimizar riesgos.
Sonríe. Tu cerebro te protege
Esa es la función del cerebro. Protegerte.
Mantenerte vivo, seguro, a salvo de toda amenaza.
Por eso es el cerebro quien regula tu respiración, tu flujo sanguíneo y los latidos de tu corazón. Es quien dirige la gran orquesta de tu cuerpo y hace funcionar todos los sistemas.
Todos. Los más simples y los más complejos.
Por eso, también, es el cerebro quien te advierte de los peligros externos que puedan amenazarte. Es una máquina que todo el tiempo está escudriñando la realidad para detectar problemas, riesgos, peligros.
Y te avisa.
El cerebro no se apaga en campaña electoral
Sigue allí, en cada elector. Operando. Haciendo lo suyo. Cumpliendo su misión.
Protegiendo. Evitando riesgos. Detectando problemas. Esquivando peligros.
Sigue allí, y sigue funcionando del mismo modo.
Escaneando el discurso de los políticos.
Sus palabras. Sus gestos.
Su publicidad. Su música. Sus colores.
Escaneando y escaneando como un vigilante incansable.
¿Qué busca en los políticos mientras los escanea? Riesgos. Busca posibles riesgos, posibles amenazas. Para poner al votante a salvo.
No busca beneficios ni promesas. Busca peligros. Y cuando los encuentra enciende una luz roja que destella. Que le avisa al votante: ¡cuidado! Que le genera una emoción negativa frente al candidato.
Y el votante escapa.
Solo achicando riesgos se sobrevive al escaneo
Es casi el primer mandamiento de una campaña electoral. Achicar, minimizar, eliminar si es posible los riesgos que puedan afectar al elector.
¿Que no hay riesgos? ¿Cómo que no?
Si el elector sabe que muchas cosas dependen de la persona a la que elija como Alcalde, Gobernador o Presidente.
Claro que hay riesgos. Te bajan el sueldo. Te quedas sin trabajo. No puedes estudiar. La jubilación no te alcanza. Los precios suben violentamente. La cotización de la moneda cambia drásticamente. No hay saneamiento y surgen enfermedades. Se dispara una epidemia para la que no hay prevenciones. Circulas por calles y caminos intransitables. Falta seguridad y te asaltan en la esquina. Te prometen algo y no lo cumplen. Se aprovechan del poder para enriquecerse. Te aumentan los impuestos…
¡Claro que hay riesgos! Y muchos.
Entonces el cerebro trabaja para tomar una decisión que achique el margen de riesgo. Para votar al candidato que perciba como menos riesgoso.
Menudo asunto para una campaña electoral.