¿Quién es ese que mantiene la calma, la estrategia y el rumbo de una campaña política? Ese que hace que las cosas pasen, el que ayuda a superar los obstáculos, el que siempre encuentra soluciones, el que marca el camino.
No importa si la campaña es grande o pequeña, si estás en el gobierno o en la oposición. Sea cual sea la situación política: ¿quién es ese protagonista decisivo de las campañas?
¿Y cómo puedes tú transformarte en esa persona?
El desierto de la comunicación política
Las personas se sienten lejos de la política. Y nada que intente acercarlas parece tener buenos resultados. Nada. Ni el marketing político ni los mejores spots de televisión ni las declaraciones sorpresivas y altisonantes ni las denuncias ni las agresiones ni las propuestas de gobierno.
¿Sabes por qué ocurre ésto?
Porque para la mayoría de las personas la comunicación política se ha secado, se ha vuelto inerte, vacía, desértica.
Es que la comunicación política perdió su conexión con la gente. Perdió su armonía con la vida de la gente. Perdió su relación equilibrada con la realidad que vive la gente.
Y así se fue secando al sol, perdiendo vida, perdiendo movimiento hasta quedar como una osamenta reseca perdida en medio del desierto.
De esta manera es que la mayoría de las campañas políticas comienzan con ilusión y entusiasmo pero terminan, justamente, predicando en el desierto.
Lo digo porque yo también prediqué en el desierto.
Caminé durante años por el desierto de las campañas políticas.
Busqué recetas de marketing político que fueran de fácil aplicación.
Compré espejitos de colores.
Busqué caminos, me esforcé, resistí y di la pelea. Finalmente sobreviví y logré atravesar el desierto.
Y aprendí.
Duramente, pero aprendí.
Aprendí que esa comunicación seca aleja a las personas y arruina a la política. Aprendí que tenía que salir del desierto. Y que tenía que ayudar a otros a atravesarlo.
No se trataba de que no supiera o no tuviera experiencia. De hecho sabía muchas cosas importantes y también tenía una trayectoria. Pero me faltaba algo importante. Y sentía que tenía que aprender más. Y me dediqué a hacerlo.
Aprendí con maestros. Aprendí con libros. Aprendí cursando casi 5 años de seminarios de psicología social, psicología de la comunicación, publicidad y semiótica. Y aprendí de la práctica. En especial aprendí de los errores y de las derrotas.
Aprendí que tenía que ser un hacedor de lluvia.
Le llamo hacedor de lluvia a una persona, ya sea un político o un profesional, que logra que las campañas políticas fluyan con naturalidad, comuniquen con impacto y logren sus objetivos más deseados.
¿Cómo lo logra? Construyendo un nuevo marco mental. Eso es lo que lo transforma: un nuevo marco mental. Eso mismo es lo que tú también puedes lograr.
Atravesando el desierto de las campañas políticas con la ayuda del psicoanálisis
Para comprender ese nuevo marco mental necesario voy a compartir contigo una historia real que cuenta en uno de sus libros el psicoanalista Carl Gustav Jung.
El protagonista del relato de Jung es Richard Wilhelm, uno de los más importantes estudiosos del pensamiento chino. Para darte una idea de la relevancia de este hombre te diré que fue el responsable de la primera traducción del I Ching, el Libro de los Cambios o Transformaciones. Un libro lleno de sabiduría. Y fue Wilhelm, justamente, quien introdujo esta obra en el mundo occidental.
Cuenta Jung que Richard Wilhelm fue un día a visitar un pueblo chino que sufría una sequía muy prolongada. Todo el mundo estaba muy preocupado ya que se había hecho de todo para acabar con ella. Rezos, hechizos, magia…Todo lo habían intentado pero nada había funcionado. Lo único que quedaba por hacer era llamar al hacedor de lluvia. Y así lo hicieron.
Cuando el hacedor de lluvia llegó al lugar se bajó del coche, observó a su alrededor, olfateó el aire y respiró profundo. Pidió entonces una casa en las afueras del pueblo donde pudiera vivir él solo. Insistió en que nadie debía molestarle. Y así fue. Nadie le oyó ni le vio por tres días. Al cuarto día todo el mundo se despertó a causa de un fuerte chaparrón. Llovía copiosamente. Incluso, y para deleite de los campesinos, nevaba de a ratos.
Richard, el estudioso del pensamiento chino, se quedó impresionado y rápidamente fue a visitarle. Al llegar le dijo:
– ¿De manera que puede hacer que llueva?
El hacedor de lluvia se burló ante esa idea y contestó:
– ¡Por supuesto que no puedo! Solo llueve cuando todo está en armonía y es necesario que caiga el agua.
Richard le preguntó entonces qué era lo que había hecho. Y el hacedor de lluvia le dijo que eso sí se lo podía explicar.
– Cuando llegué al pueblo, -dijo- vi rápidamente que todos estaban nerviosos y descentrados. Yo mismo enfermé nada más bajarme del coche. Perdí de inmediato mi equilibrio y mi armonía. Y tuve que estar totalmente solo y apartado para volver a equilibrarme. Fue entonces, restablecida la armonía, que llovió de manera natural.
Nueva comunicación política para salir del desierto
La historia anterior nos revela una clave del nuevo marco mental que debemos construir para ser hacedores de lluvia en las campañas políticas.
Esa clave está en la armonía, en el equilibrio.
¿A qué armonía me refiero?
- A la armonía del candidato o del gobernante consigo mismo
- A la armonía de su equipo de trabajo
- Y muy especialmente a la armonía de la comunicación política de la campaña con los modos de pensar, sentir y actuar de las personas
Tú mismo puedes ser ese que mantiene la calma, la estrategia y el rumbo de una campaña política. El que hace que las cosas pasen, el que ayuda a superar los obstáculos, el que siempre encuentra soluciones, el que marca el camino. Ese puedes ser tú.
Pero para lograrlo tienes que vivir una transformación.
Mucho más que un aprendizaje.
Más que un curso, un congreso, un libro o un seminario.
Una transformación.
Un cambio profundo.
Un cambio que te transforme en un hacedor de lluvia.
(esta historia continuará mañana…)