Casi 80 mil kilómetros. Ochenta mil. Ese fue mi kilometraje de vuelo durante el año 2018. Digamos que el equivalente a un par de vueltas alrededor del mundo. Claro que en mi caso fueron kilómetros fragmentados a lo largo del año. Ya sabes: aeropuertos, aviones, aeropuertos, hoteles, clientes, campañas, reuniones, otra vez al aeropuerto, más aviones…Y no cuento los kilómetros en tren, metro, barco, autobús o coche.
Por cierto que la profesión de consultor político es peculiar, muy peculiar. Y poco conocida por muchos.
Como siempre, todo depende del cristal con que se mire.
80 mil kilómetros en un año pueden significar muchos clientes, campañas electorales interesantes, nuevos amigos por el mundo, experiencias de gran valor y aprendizajes constantes.
Pero también pueden significar alejamiento del hogar, cansancio, estrés, esperas interminables, horas de soledad, conflictos políticos y dificultades varias.
Cada consultor sabe cual es su propio balance al respecto. Y cada uno tiene no solo su especialidad sino además su personalidad, su estilo y sus preferencias de todo orden.
Generalmente la prensa se ocupa de cuánto cobra un consultor y en qué campañas trabaja. Pero más allá de esa zona queda una amplia región en sombras que pocos conocen. Esa es la región iluminada por un ciclo de entrevistas a consultores realizadas por Beers & Politics y amplificadas luego por la Revista de ACOP.
Consultores políticos al confesionario
Los Beers & Politics nacieron en Barcelona en el año 2008. Era muy simple: Xavier Peytibi y Juan Víctor Izquierdo querían encontrarse con amigos a tomar unas cervezas y hablar de comunicación política.
Apenas eso. Tanto como eso.
Pero más de 10 años después el proyecto creció hasta convertirse en lo que ellos denominan “un club de freaks de la política”. Ahora en su página puedes encontrar centenares de artículos, eventos, regalos, discursos y recomendaciones de libros, series y películas en torno a la comunicación política y las campañas electorales.
Y entrevistas a consultores, también.
Allí me entrevistaron. Fui al confesionario, como todos. Luego la entrevista la recogió el número 37 de la Revista de ACOP. Y ahora la comparto contigo en su totalidad.
¿A qué te dedicas?
Soy consultor político. O sea que me dedico a leer, escuchar, investigar, hacer algunos números, observar, planificar, pensar, escribir, preguntar, sugerir, explicar y viajar. En esencia es eso si lo traducimos a acciones concretas.
El objetivo es siempre agregar valor a campañas electorales, partidos políticos y gobiernos.
¿Cómo te formaste?
Estudié Psicología como carrera de grado en la Universidad de la República (Uruguay). Luego a nivel de posgrado hice 3 años de Psicología Social y de la Comunicación.
Y de inmediato comencé a estudiar Psicología Política, lo cual sigo y seguiré haciendo siempre porque nunca alguien está “formado” sino siempre “formándose”.
¿Cómo llegaste a ser consultor político?
Por casualidad. Un par de libros míos sobre comunicación política habían tenido mucho éxito de ventas y mucha repercusión mediática en mi país. Entonces uno de los dirigentes políticos cuya comunicación política yo analizaba en el libro, y a quien no conocía personalmente, me invitó a tomar un café.
Al final de una charla muy amena me dijo que quería que trabajara como consultor para su grupo político, miembro del entonces partido gobernante en Uruguay. Me sonreí sorprendido y le dije que yo no era consultor político (de hecho mi vida laboral se desarrollaba en el consultorio como psicoterapeuta, ayudando a mis pacientes desde una óptica psicoanalítica).
Pero él insistió y me explicó que bastaría con que hiciera para ellos y de modo sistemático el mismo tipo de análisis, comentarios y sugerencias que hacía en los libros. Y que los ayudara a definir mejor sus estrategias.
Eso hice y me fue bien. O sea: le fue bien a él, que era lo importante. Luego fueron llegando otros trabajos y lo que al principio era apenas un complemento para mi trabajo central como psicoterapeuta se fue transformando en mi actividad principal. Con el tiempo cerré el consultorio, aunque con cierta pena vocacional, y me dediqué de lleno a la consultoría política.
¿Cuáles son las cualidades imprescindibles que tiene que tener un buen consultor político?
Hay una cualidad que seguramente las resume todas: una gran disposición a aprender. ¡Es tanto lo que tienes que aprender cada vez que te llega un nuevo cliente! ¡Y tanto lo que tienes que aprender antes, durante y después de las campañas!
Aprender a conocer a las personas, a descubrir rápidamente las líneas esenciales de una campaña, a comprender culturas y sub-culturas, a planificar cada vez mejor, a comunicarte cada vez mejor.
Aprender de las derrotas y de los triunfos, aprender de los errores, aprender todos los días para actualizarte.
Eso: disposición a aprender.
¿Qué consejo les daría a quienes quieren iniciarse con éxito en el sector?
Perseverancia, paciencia, disciplina, escuchar mucho, leer mucho. Y participar lo antes posible en las trincheras, en la dinámica enloquecida de las campañas.
¿Un libro?
“Consultoría Política”, publicado por la Universidad Camilo José Cela y coordinado por Jorge Santiago, Gabriela Ortega y José Ángel Carpio. Una obra monumental, 800 páginas escritas por más de 150 especialistas de 16 países y cubriendo todos los ángulos de la profesión.
Para quienes ingresan en el mundo de la consultoría es indispensable, y para quienes ya tienen sus años de experiencia puede ser muy interesante para consolidar conocimientos y visualizar otros enfoques.
¿Una película o serie?
The West Wing (El Ala Oeste de la Casa Blanca), sin lugar a dudas. Y en otras temáticas: Breaking Bad, Lost, Fringe, Person of Interest, algunas series británicas, otras series nórdicas con tramas policiales bastante “dark”…
¿Un bar?
El Pelotaris de San Carlos, en el pueblo donde nací y me crié, a 140 kilómetros de la capital de Uruguay.
Por allí pasó una parte importante de mi vida, casi hasta los 20 años. Al fondo del bar estaba el frontón donde jugué a la pelota vasca desde que tenía 7 años. Al frente, en el salón principal, aprendí a jugar al ajedrez y descubrí de adolescente los primeros tragos con alcohol. Bajando unas escaleras estaba el comedor donde compartí muchas cenas con amigos. Más un plus extraordinario: ¡mi padre y mi tío eran los cantineros del bar!
Hace miles de años que no voy al Pelotaris, tal vez para conservar intactos aquellos recuerdos…
¿Un hobby?
Leer, escuchar jazz y música clásica, ver fútbol y la NBA, caminar, mirar series…
¿Una cerveza?
La cerveza no es lo mío. Más bien el vino, si es tinto mejor. Red Wine, siempre. Claro que por ninguna parte encuentro un “Wine and Politics”…Y cuando no es vino, pues ron o vodka.
¿Una ciudad para perderse y hacer turismo político?
Washington DC, sus monumentos, sus calles, su imagen mientras navegas por el Río Potomac o vista desde el otro lado del río mientras descubres las huellas de la guerra civil americana en las calles de la espléndida Alexandria.
¿Un momento histórico que te hubiese gustado vivir?
Podría ser dentro de 100 años…Observar desde allí la historia de estos días, la revolución tecnológica, los conflictos políticos, la vida cotidiana, las formas de pensar. Y descubrir en qué nos transformamos como especie.
¿Un líder histórico al que te hubiera gustado conocer?
Mijail Gorbachov. Me parece un personaje fascinante que fue decisivo para desmontar el sistema donde él mismo se había formado. Sería muy interesante conocer en profundidad su dimensión psicológica y el proceso que fue viviendo interiormente. Y además conocer las pequeñas historias cotidianas que formaron parte de la perestroika.
¿Estás en alguna asociación de comunicación política?
Soy miembro de ALACOP (Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos), AAPC (American Association of Political Consultants), ISPP (International Society of Political Psychology) y ACOP (Asociación de Comunicación Política).
¿Qué especialidad ofreces a tus clientes?
Mi perfil no pasa por hacerme cargo individualmente de una campaña ni por dirigirla en solitario ni por gerenciarla, sino por asesorar y trabajar en equipo desde mi ángulo. Lo mío es poner la psicología a trabajar en la política. Eso puede implicar varios aspectos:
1. Construir perfiles psicológicos de los adversarios para ayudar a planificar la mejor manera de combatirlos.
2. Investigar la psicología de los votantes para ayudar a planificar una comunicación más precisa.
3. Ayudar con los “recursos humanos”de la campaña o del partido: coaching del candidato, capacitaciones, resolución de dificultades para el trabajo en equipo.
4. Aportar a la construcción de la estrategia política.
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